Edward Ruscha
USA, 1937
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Edward Ruscha es uno de los representantes más destacados de la escena artística de la costa oeste americana. Desde 1956, año en que se desplazó a la ciudad de Los Ángeles, su obra se identificó con el repertorio visual del estilo de vida californiano. A partir de 1961 las palabras se convirtieron en las protagonistas de sus telas. Al principio fueron palabras extraídas de la publicidad, cuya cualidad gráfica era intensificada mediante un tratamiento deliberadamente pictórico. Sus conocimientos adquiridos como estudiante de Diseño Gráfico en el Chouinard Art Institute (actualmente CalArts) se combinaron con el gusto por la pintura propio del expresionismo abstracto. Más adelante, las palabras empezaron a aparecer asociadas entre sí por juegos de rimas internas cuyo significado aparentaba ser más poético que otra cosa. Poco más tarde, tras las palabras aparecerían fondos de cielos crepusculares que infundieron un tono marcadamente figurativo a su trabajo. Este proceso hizo de las palabras pintadas una barrera que impedía avanzar más allá de ellas. El espectador quedaba, simultáneamente, detenido en un intervalo marcado por la condición material de las mismas y transportado por su capacidad evocativa. Uno de los aspectos más destacados a lo largo de la carrera de Ruscha ha sido el «ruido visual» que producen sus pinturas. Escritores como David Hickey han señalado las intrincadas referencias que se esconden en los juegos fonéticos de Ruscha. Otros, como Bernard Blistène, subrayan en sus obras la disyunción entre lo visual y lo verbal. La visión fotográfica que privilegian las pinturas, con su objetividad y su planitud genuinas, ha tenido una réplica constante a lo largo de la carrera del artista. Ruscha es autor de una extensa serie de libros de artista basados principalmente en la documentación fotográfica de espacios urbanos y sucesos reiterados. Twenty-six Gasoline Stations (1963), Some Los Angeles Apartments (1965), Thirty-four Parking Lots in Los Angeles (1967), Royal Road Test (1967) y A Few Palm Trees (1971) constituyen algunos ejemplos. Estos trabajos, cuya serialidad recuerda los métodos del arte conceptual, le han situado en un punto intermedio que cuestiona la identificación exclusiva del conjunto de su trabajo con el arte pop.
Carlos Guerra