Ulrich Rückriem
Alemania, 1938
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Sus primeras esculturas son grandes cabezas en piedra y estructuras articuladas de madera a la manera de Mark di Suvero. Pero la primera obra en la que define su lenguaje característico es Teilung (1968), un bloque rectangular de granito cortado en cinco piezas que se encuentra en el Kaiser Wilhelm Museum de Krefeld. Considerado por algunos como un representante del minimalismo europeo, dada su indudable cercanía a los planteamientos de Carl André y a Richard Serra, al afán de precisión de Sol LeWitt o al placer del material comparable a lo que en pintura hace Robert Ryman, en realidad Rückriem es un creador estéticamente independiente que, en todo caso, habría que vincular a las tendencias abstractas y constructivas que surgen después de Brancusi. Las piedras de este creador alemán recuerdan a los menhires prehistóricos, dando una importancia enorme al emplazamiento, como sucede con la monumental obra que ha realizado cerca de Abiego (Huesca) con 20 estelas de granito rosa de Porriño. La verticalidad de esos bloques de piedra funciona como una especie de Ur-forma, un elemento que revela un poder casi inconsciente con connotaciones que llevan hasta lo sexual o a la idea de statua virile. Rückriem conjuga lo refinado y lo primitivo, la geometría y el azar, en esas piezas que divide y luego vuelve a recomponer, manteniendo una poética de un esencialismo extremo. Este artista que disfruta con el espectáculo de las canteras representa a la perfección la era del «post-estudio», trabajando en espacios públicos o bien creando lugares, como un edificio industrial en Fráncfort o una estancia en Clonegal (Irlanda), que acogen su obra.
Fernando Castro Flórez