Rivane Neuenschwander
Brasil, 1967
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El trabajo de la brasileña Rivane Neuenschwander se caracteriza por introducir una gran variedad de formulaciones, recursos y medios –desde objetos comunes, que reutiliza y altera, hasta elementos vegetales y materiales efímeros, polvo o insectos–, por lo que resulta difícil clasificar o definir su lenguaje de forma sintética. Nacida en Belo Horizonte en 1967, la crítica ha resaltado su filiación a la herencia del conceptualismo brasileño de las décadas de 1960 y 1970. Los artistas brasileños impregnaron el discurso conceptualista –de corte eminentemente analítico– de sensualidad, con un «latido» de orden poético que integraba la experiencia del cuerpo y de la naturaleza. Ya sea a través de dibujos, instalaciones, performances, fotografías, esculturas o vídeos, Neuenschwander posa su mirada en lo cotidiano, en las cosas y los hechos que forman parte de nuestro día a día para convertirlos en reflexiones sobre la condición humana, sobre la dicha, el sufrimiento, el deseo y los anhelos que nos mueven. Un aspecto destacable es la forma con la que involucra al espectador e interacciona con él, cuestionando su posición, convirtiéndole en aliado y artífice de muchas de sus obras, como sucede en Eu desejo o seu desejo (2003-2013), donde las personas escriben «peticiones» o anhelos en unas cintas de colores, que se transforman en amuletos, recogiendo una tradición arraigada en Salvador de Bahía. Pero si el contexto y las personas se convierten en parte sustantiva de sus obras, el tiempo, el lenguaje y la naturaleza son también ejes sobre los que fundamenta su producción y su forma de pensar el mundo. Así, en su pieza Palavras Cruzadas (2001) indaga sobre las convenciones del lenguaje a través de un juego de palabras, cuyas letras ha moldeado en piezas de fruta y donde nos invita a participar como en un particular Scrabble. En uno de sus más conocidos vídeos (realizado junto a Cao Guimarães) filma a unas hormigas que, en vez de acarrear semillas y provisiones a su «madriguera», arrastran confetis de colores –impregnados previamente con azúcar– como si participaran de un acontecimiento tan inusual como festivo, y donde, en realidad, se habla de los procesos de producción y consumo. Mientras, en otras producciones aborda temas como la vigilancia y la violación de la privacidad a través de las nuevas tecnologías. Sean complejas en su formulación o se muestren de manera directa, las piezas de Neuenschwander exploran mecanismos que alteran la lógica; pone en juego otra forma de aproximarnos a la realidad que la trasciende, que introduce incertidumbre e inestabilidad en los mensajes, que abre grietas en los significados por las que filtra una actitud subversiva, pues dinamita –sutilmente– los resortes más arraigados de nuestro pensamiento y nuestra percepción. Pone de relieve que el arte es una forma de comunicar aquello que de ningún otro modo podría «ser dicho». La artista cursó estudios en la Universidad Federal de Minas Gerais y en el Royal College of Art de Londres y alcanzó muy tempranamente proyección internacional. Ha participado en las bienales de Estambul, São Paulo y Venecia, y ha llevado a cabo exposiciones individuales en Portikus de Frankfurt, Walker Art Center de Minneapolis y New Museum de Nueva York.
Alicia Murría