Stephen Dean
Francia, 1968
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Según Dean, la cromoterapia ayuda a representar el mundo, y esa es una de las intenciones de su obra: mediante el uso y estudio del color, intenta ordenar un todo, una clasificación universal en la que el territorio estricto de la pintura se le queda pequeño, por lo que se expande hacia investigaciones amplificadas sobre el espacio ocupado, la interacción humana en el mismo, junto con la reutilización de diversos elementos cotidianos y de uso ordinario transformados en objetos de arte.
Color, sonido y movimiento son elementos importantes en las piezas de Stephen Dean, en las que el ritmo y la sincronía también cuentan a la hora de crear una abstracción ambiental buscada por el artista, como ocurre en el caso de las piezas escultóricas creadas a partir de escaleras de aluminio con cristales de color intercalados entre sus peldaños.
La idea original de Volta parte de la recreación de un lugar donde un gran acontecimiento social tiene lugar, una celebración –en este caso en la grada de un partido de fútbol en Brasil– en la que el espectador se siente atrapado, ya que la proyección se complementa con su instalación dentro de un espacio cerrado, rodeado de banderas gigantes. El precedente de esta pieza es otra titulada Pulse, rodada en un festival religioso en la India, y en ambas la potencia del color es elemento esencial de un ritual de masas, de un momento de celebración colectiva, cercana al trance.
Virginia Torrente