Federico Guzmán
España, 1964
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Federico Guzmán está ligado al grupo de creadores sevillanos que surgió a mediados y finales de la década de los ochenta en torno a la galería La Máquina Española, y que supuso un fuerte revulsivo en el panorama artístico nacional del momento. Autor de una obra formalmente diversa, ha utilizado una gran variedad de soportes para sus creaciones, como el dibujo, la pintura, la escultura, la instalación, las intervenciones en el espacio urbano, la reprografía o diversas técnicas de grabado. Su obra es deudora de los planteamientos de los artistas conceptuales norteamericanos de los años setenta, por lo que el artista otorga a algunas ideas una gran preponderancia sobre su plasmación física en la pieza. Gran parte de su producción parte de la noción de comunicación, con un especial énfasis en la observación de la propia experiencia en lo que se refiere al intercambio de ideas y a los aspectos que la condicionan, más que en la transmisión de conceptos concretos. Es así como Guzmán utiliza frecuentemente la corriente eléctrica o las líneas telefónicas, como ocurre en Tipografía / Topografía, presentada en la galería Brooke Alexander de Nueva York, en 1990, durante la que fue su primera muestra individual en Estados Unidos. Poco después, en obras como Anuncio o La inundación, que presentó en 1990 en la exposición «El cuarto amarillo» en Madrid, reclamaba su existencia individual al incluir su propio número de teléfono o el de su carnet de identidad. Durante la década de los noventa, Guzmán investigó asimismo en la producción colectiva del arte, a través de grupos como Agencia de Viajes, GRATIS (Grupos Recreativos Autónomos Temporales de Interés Social) o Cambalache. Entre 1997 y 1999 vivió en Bogotá, donde fue docente en la Universidad de los Andes, lo que le permitió incorporar a sus obras las condiciones de vida y el entorno cotidiano colombiano. En la década siguiente, su interés por la naturaleza, así como el compromiso social del artista, se fue incrementando y reforzando con sucesivos viajes al Sahara Occidental. A través de múltiples referencias a elementos vegetales, sus pinturas, con frecuencia de gran formato, transmiten una inmensa vitalidad y un convencido optimismo. Posteriormente, volvió a planteamientos más geométricos que sumergen al espectador en un mundo más personal y onírico.
Ferran Barenblit